Lo que me ha regalado el futbol

Vivir la final de vuelta entre Tigres y Chivas en el Estadio Universitario fue un regalo para mí. Desde que comenzó la Liga MX Femenil, me ha parecido extraordinaria la forma en que El Volcán explota con sus Amazonas, más de 40 mil voces que se convierten en una sola al grito de "Ti-gue-res". Quería vivirlo. Lo hice y fue increíble. 

Una selfie con toda la familia de Belén Cruz.


Crónica de un periodista-aficionada rumbo a Monterrey 

Como a gran parte de la afición, la expectativa por los días y horarios de la gran final, me tenía con la preocupación a tope, porque había que organizar el trabajo, pedir permisos, buscar vuelos, hospedaje y, claro, los boleros para el estadio... la situación estuvo más o menos así:

Abonos se activan el 23 de mayo. Venta libre el 24 de mayo, en línea, en la app y en taquilla. El estrés. La ansiedad. Tres de la mañana y la luz de la computadora alumbrando el cuarto. F5. Dos navegadores. Gente formada a las afueras del Volcán en busca de boletos. El teléfono, pero también la laptop y la tablet. ¿Te cargó la página? ¡Ya pude! No, se quedó en el pago. Boletos agotados. Reventa. Pésima acción, pero no hay opciones. Boletos que costaron 50 taquilla, se revenden en 350 y 500 pesos. El futbol femenil sí es negocio. 



Los vuelos. Espera al hot sale. Están más caros que antes. ¿Qué onda, Profeco? Vámonos desde el domingo. ¿Pero mi pasaporte? Mi cita es el 31. Cambio la cita. Domingo partimos. El vuelo es más barato y quiero mi camiseta de María Sánchez. Listo el airbnb. Queda cerca de Fundidora. Jefa, el lunes no vengo. Listo. 

"Creo que ni siquiera voy a poder dormir", le escribo a Estefanía Carmona unas horas antes de nuestro vuelo de ida. 

Tomamos el avión el domingo muy temprano y en ese mismo vuelo van más compas para la final. "Un señor traía su camiseta de la Liga MX Femenil, de esas que regalaron al principio", comenta una amiga. La euforia que el futbol femenil genera. Sí, porque sí genera. 

Llevamos unos minutos en Monterrey y ya se siente la calidez de su gente. "Las acercamos al centro, al rato habrá carnes asadas, están invitadas". Nos quedamos con ganas de ir con todas y con todos los que nos ofrecieron su casa y su tiempo. 

Mis amigas ya tienen amigos ahí. Vamos al Parque Ecológico La Huasteca. Morimos a un cuarto de la montaña, pero Estef lleva su bandera a la cima, porque es muy pro. Nadie le toma foto. La recibimos abajo con aplausos. Vive en nuestro recuerdo ese momento. 



Empieza a caer la lluvia, pero el bochorno aumenta. Llegamos a casa de Odette, fiel aficionada de Rayadas, que nos siga uniendo el futbol. Lo más interesante para nosotras es cómo las regias como ella prenden el carbón y en un dos por tres ya está todo listo para las carnes asadas. Una delicia. La suavidad del corte es una fiesta para el paladar. Chiles con tocino. Deme dos, proclama Estef. No hubo cheves, pero sí un Cruz Azul campeón. Con Odette comentamos cuánto amamos el futbol y cómo desde niñas ha estado en nuestras vidas. Nos emocionan tardes como esta y más lo que vendrá al día siguiente... 

Gracias por todo, Odette. Siempre recordaremos esa reunión el día que el Cruz Azul fue campeón otra vez.


Es hoy. Despertamos temprano. Una machaca con huevo, chicharrón, carnitas, morcón... energía suficiente para lo que se viene. Por fin llega Gaby, fotógrafa de Diosas Olímpicas y amiga. Eres real, no sólo existes en Facebook. Pero parecemos amigas de años. Una cheve antes del juego porque hace calor. 15 minutos al estadio en taxi. Llegamos.

¿Te sobran boletos? A nadie la sobran, lo que queremos es entrar. Son las 4 de la tarde y la batucada ya está lista para recibir a las Tigres. Las camisetas con los apellidos Rangel, Mayor y Cruz se dejan ver en la puerta 13 del Volcán. Un humo amarillo y azul sirve de cielo para las decenas de aficionadas y aficionados que alientan mientras el autobús de sus jugadoras se adentra en el recinto de San Nicolás. Resuenan las trompetas y los tambores. 

Todas tenemos un equipo de nuestros amores: Chivas, Atlas, América, Rayadas... pero amamos el futbol femenil.

La familia de Katty Martínez regala banderines con el explosivo 'Katty Killer', los celulares captan las evidencias de la locura felina. En la Tigretienda hay fila, queremos la camiseta más reciente de la femenil. No hay. Lo que primero se ve son jerseys con el nombre de Gignac. Enojo. Compro la pasada. Estampada hasta mañana. Así está bien. ¿Qué tienen de femenil? Unos distintivos color rosa. Deme sólo la playera. 

Toda la familia de Katty Martínez.


Paty y Valeria, de la Bolita de la U, ayudan a conseguir nuestro último boleto. Ángeles del futbol. Venimos seis personas sólo para la final femenil. El futbol femenil sí vende. No podemos sentarnos juntas, los boletos son en distintas puertas. Preferente sur. Butaca Norte. Puerta 12. Puerta 9. ¿Ya entraron todas? Listas, instaladas y emocionadas. Ya te vi, eres un puntito blanco del otro lado del estadio. Saludo con mi banderín de 'Katty Killer'. Una cheve y un grito para Sánchez. 



Abucheos para Blanca Félix. Aplausos para Ofelia Solís. Su familia está cerca de mi lugar. Camisetas negras con su nombre. Un poco abajo, la de Stephany Mayor. Una porra para Steph y otra para Bianca Sierra. Volteo a mi izquierda y veo a don Héctor Cruz, papá de Belén Cruz. Me acerco a saludar. Qué gusto conocer a su mamá y a toda su familia que llega para apoyar. Esto es para ti. Una muñeca que simula ser Belén. ¡Todo el éxito! 



La espuma de las cheves no terminaba por desaparecer cuando Lizbeth Ovalle ya tenía dos goles en su cuenta. La locura total. Nadie para a Sánchez por la derecha. Cruz es peligro latente en la media cancha. Joseline Montoya no se puede acercar al área felina. Dominio total de las locales. Cae el tercero, gol de Mayor, de quién más. Se acabó, pensamos todos. 



Revive Chivas al final del primer tiempo. Miriam García, la veterana de 23 años, cabecea para el descuento. Bocanada de aire para el Rebaño. Segundo tiempo. Golazo de Carolina Jaramillo. Un dedo a la boca y el Volcán guarda silencio. Se sienten los nervios a pesar de los dos goles de ventaja. "Hazle como Nahuel", dice un aficionado a Solís, pero ella, más profesional, no come más tiempo del necesario. Tigres al ataque, como lo sabe hacer, llega el cuarto, centro de Liliana Mercado y cabezazo de la recién ingresada Blanca Solís. "¡Campeonas otra vez!", corea la tribuna. Un minuto después llega el doblete de Mayor. La defensa de Chivas ya no tiene piernas, disparo a primer poste y Félix no reacciona, ya es un 5-2. Queda tiempo para una emoción más. minuto 90 y Gabriela Valenzuela prende el esférico en el área local y decreta el emocionante 5-3 y el 7-4 global con el que las tapatías caen con la frente en alto, mientras que Tigres se acostumbra a ganar más y más. 



La gente no se va. Sigue festejando cuando les entregan los dos trofeos. Belén Cruz va hasta la esquina a abrazar a su familia. Rangel da la vuelta olímpica y el estadio se le rinde. Los celulares encendidos, la piel aún se eriza con la vibra del Volcán. Al salir, la afición no para de gritar, los autos tocan el cláxon, la gente agita sus banderas. Esto es Tigres Femenil. 

Encontramos a Luis Fernando, otro seguidor de Rayadas. "Pero es que Tigres juega increíble", reconoce. Estamos felices de poder vernos en persona luego de años de hablar de futbol femenil por Facebook o Whatsapp. Vamos a cenar con él y seguimos hablando de futbol. Tour por el metro de Monterrey. Alitas cerca de la Macroplaza. Más gente celebrando. Vamos a volver, Luis. 

Por fin conocimos a Luis Fernando, quien no solo es aficionado de Rayadas, sino del futbol femenil mexicano.


Al día siguiente la cruda, no de alcohol, sino de felicidad, esa sensación de que viviste algo espectacular y quieres aferrarte a esa emoción, que se quede en ti, congelar ese día, los instantes. Es hora de decir adiós a Monterrey, pero con ganas, muchas ganas de volver, movidas por el futbol femenil. 

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