Aquellxs que amamos el futbol femenil nos encontramos en una búsqueda constante de producciones que hablen de él, por esa razón, cuando encuentro algo, me gusta compartir mi opinión e invitar a otros a que lo disfruten. En este caso, quiero hablar del documental Mujeres con pelotas, dirigido por Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky (2014) muestra el acontecer del futbol argentino, allá por el 2010, aunque lamentablemente, muchas de las situaciones que ahí se mencionan, tampoco han cambiado mucho en la actualidad.
'Mujeres con pelotas' cuenta la historia de Las Aliadas de la 31.
El equipo del barrio Retiro, llamado "Las Aliadas de la 31", son el hilo conductor de esta producción, que comienza dando cuenta de las dificultades que tenemos las mujeres para apropiarnos de espacios públicos. Para muestra el hecho de que este pequeño grupo de jóvenes futbolistas no puede hacer uso de una cancha ubicada en el corazón de la colonia, pese a que la entrenadora Mónica Santino tenía los permisos y, además, se encargaba de dialogar con hombres y niños que la ocupaban al mismo tiempo que su escuadra femenil.
Las teorías de género han explicado que históricamente, los hombres han sido acostumbrados a apropiarse del espacio público, mientras que las mujeres nos quedamos en el espacio privado, relacionado de forma común con el hogar.
"Existen pautas de socialización que preparan a las mujeres principalmente para desenvolverse en la esfera del hogar y en ocupaciones secundarias y que limitan sus horizontes no sólo en la esfera ocupacional, sino también en la esfera del ocio", así lo explica Eric Dunning en su ensayo "El deporte como coto masculino: notas sobre las fuentes sociales de la identidad masculina y sus transformaciones", y es que como lo indica al final de la cita, esta limitación que a las mujeres se nos ha impuesto sobre no apropiarnos del espacio público, se nota en el ocio y en la elección de las actividades deportivas. ¿Han visto a un grupo de niñas que se apropie de alguna cancha pública para echar la reta? Es muy raro. Quizá estemos avanzando y ya no sea extraño ver esta escena, pero lo más seguro es que sea un grupo de niños y niñas, pero no sólo de estas últimas, pues en su caso, han sido educadas para juegos más "discretos" y en espacios cerrados.
La búsqueda de oportunidades y la apropiación del espacio público
es vital para el futbol femenil.
Esto se deja ver en los primeros minutos del documental y, de alguna forma, es el argumento con el que se desarrolla el resto de la historia. En mi caso, al comenzar a verlo, me sentí plenamente identificada. Yo soy de un pueblo del norte del estado de Veracruz. Mi localidad se llama Miguel Alemán Valdés, aunque todo mundo la conoce simplemente como "Poblado"; el número de habitantes no supera los mil y allá por los 2000, cuando yo empezaba a jugar futbol, había muchos menos.
Y bueno, en ese lugar escondido en la puerta a la Sierra del Totonacapan, la que escribe y sus amigas y compañeras de equipo (que en conjunto no pasábamos de cinco), iba todas las tardas "al campo" del pueblo, es decir, a la cancha del futbol, en la que diario se reunían hombres de todas las edades a cascarear o patear una pelota; recuerdo que nosotras debíamos buscar un rincón que estuviera desocupado, pero claro, nunca nos tocaba tener alguna de las porterías... de hecho, preferíamos esperar a que empezar a oscurecer, cuando todos empezaban a irse, para correr a alguno de los arcos que quedaban vacíos. Y esto lo vi perfectamente en Mujeres con pelotas y noté que es la historia de millones de niñas y mujeres como yo, que desde la infancia buscábamos espacios donde disfrutar de una actividad que nos apasionaba.
En esta producción de Gentile y Balanovsky se expone a través de testimonios cómo la participación de las mujeres en el futbol continúa siendo una invasión, pues tanto en Argentina como en la mayor parte del mundo, se considera que este deportes es "de hombres". Con declaraciones de las mismas jugadoras que cuentan cómo sus madres no están de acuerdo con que jueguen o que deben terminar de limpiar su casa antes de ir a un partido (no así los hermanos que también juegan), hasta otras más de directivos y aficionados que dicen "el futbol de mujeres nunca va a ser profesional", queda claro que la lucha de las futbolistas es más difícil de lo que muchos creen, ya que van contra una estructura no sólo deportiva, considerando que las reglas están hechas por y para hombres, sino social y cultural puesto que se les sigue diciendo "marimachas" o se cuestionan sus preferencias sexuales sólo por practicar un deporte.
Ver Mujeres con pelotas hace que quienes jugamos futbol por considerarlo una pasión o el amor de nuestras vidas nos veamos reflejadas en muchas de las historias que en él se cuentan. Desde practicar en una cancha de cemento y con balones desgastados, hasta las riñas entre equipos que también se dan en la rama femenil, pues también lo vivimos con las vísceras, algo que es criticable pero que no puede negarse que suceda.
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