En dos años de la Liga MX Femenil me he dedicado, primordialmente, a trabajar en ella: coberturas, entrevistas, fotografías, crónicas, notas, pero por cuestiones de la vida, desde febrero pasado puse una pausa a mi ejercicio periodístico y me tomé, por primera vez, la oportunidad de asistir a un par de partidos como aficionada, por lo que les contaré cómo me fue.
El primero fue en La Cantera, el Pumas contra Rayadas, en el que acompañé a mi novia Yolis, fiel seguidora de las regias y, por supuesto, en solidaridad también las apoyé. Lo primero fue conseguir los boletos y para ello, debo decirlo, apelé a mis conocidas y pude, con el favor de la gran Rebeca Bernal, conseguir cuatro entradas, ¡ah!, es que olvidaba que también iban mi hermana y una amiga. ¿Por qué comento lo de los boletos? Sólo para hacer hincapié en lo difícil que puede llegar a ser para los seguidores poder entrar a La Cantera, cancha donde juegan las universitarias. Debes irte a formar desde temprano, con la posibilidad de que ya no te toquen boletos, esto generó, a lo largo del torneo, que mucha gente desistiera de ir, pues tenían la incertidumbre de no poder entrar; he aquí una llamada de atención para el club auriazul, que debería ya, abrir las puertas del Estadio Olímpico, quién nos
Y bueno, dejando de lado el ingreso a La Cantera, vamos al partido y al ambiente. Voy a destacar a la afición de Rayadas que llegó hasta ahí para apoyar a su equipo, afición que todo el tiempo se mostró respetuosa y se dedicó a alentar a sus jugadoras, sin duda, el clic que ha hecho el equipo de Héctor Becerra con la gente es especial.
No voy a negar que celebré los goles de Desiree Monsiváis y es que no puedes no contagiarte de la pasión que la coahuilense transmite y del ímpetu que se veía en las jugadoras regias, empezando por Rebeca Bernal, pasando por Mariana Cadena y Alicia Cervantes, hasta llegar a la anotadora. Fue un partido que me supo diferente, desde la grada de aficionada, pero me hizo ver esa otra pasión que se desborda con el futbol femenil.
Y qué decir de mi segunda experiencia, en la que vi al equipo de mis amores: Atlas. Soy aficionada del club rojinegro desde los nueve años, poniéndolo en otros números, llevo dos décadas siguiendo a esos colores y no podía dejar pasar la oportunidad de ver a la Academia enfrentándose a Pachuca.
Me puse mi camiseta, la favorita y no me cansé de alentar a Alison González, Fabiola Ibarra y Joana Robles, sin dejar de lado a Alejandra Franco, quien corrió por toda la banda izquierda para defender nuestro arco. Aunque perdimos, me quedó un grato sabor de boca al ver a esas jugadoras que hicieron su mejor esfuerzo.
Lo bello de aquel encuentro fue que, literal, disfruté completamente el partido, en un ambiente familiar, de respeto y cordialidad, no hubo en ningún momento hostigamiento por parte de algún aficionada rival, salvo el buen espíritu del futbol femenil.
Mi conclusión: el balompié de mujeres está rescatando algo que en el varonil ya estaba quedando olvidado, la esencia de esta disciplina, donde predomina el amor por la camiseta, el aliento a tus colores, el ambiente totalmente familiar y el respeto al enemigo, pase lo que pase. Esos elementos predominan en la Liga MX Femenil y fue muy bello vivirlo, aunque fuera por un par de veces desde la trinchera de los aficionados.
PD: El siguiente torneo me volverán a ver con una cámara y micrófono en mano, el camino continúa y hay que seguirlo recorriendo.
*Pueden leerme también en diosasolimpicas.com
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