Adrianelly Hernández Vega
El hombre vive la más intensa de sus guerras en una cancha, en una duela, en un cuadrilátero, en un velódromo... Religión, fanatismo, simplemente pasión. El deporte es, desde siglos atrás, una actividad que vale más que un partido de tres puntos o un triple que salve el partido; nuestros antepasados se jugaban la vida por él, y no en sentido figurado.
El hombre vive la más intensa de sus guerras en una cancha, en una duela, en un cuadrilátero, en un velódromo... Religión, fanatismo, simplemente pasión. El deporte es, desde siglos atrás, una actividad que vale más que un partido de tres puntos o un triple que salve el partido; nuestros antepasados se jugaban la vida por él, y no en sentido figurado.
"El juego que hoy llamamos futbol es una derivación del harpastum, un juego para soldados, en el que un grupo trataba de derribar la 'fortaleza' del otro" (Ramírez, Carlos F.; Once décadas de futbol mexicano).
Se trataba de honor, de salvar la gallardía o de mostrar más valentía que el otro. No es fácil ser indiferente ante el coraje que se desborda de los jugadores de futbol americano o rugby; en ellos se refleja el sentimiento y la entrega de todo aquel que ama el deporte, ya sea porque lo practica o lo vive con intensidad al verlo palpitar en otros. El deporte es ese mal necesario, droga de multitudes, cobijo para el alma herida que encuentra en él placeres que ninguna otra cosa sobre el planeta puede darle.
Por eso y mil razones más, este blog está dedicado a las emociones que regala el deporte, a esas lágrimas de gozo o dolor que emanan del estoico deportista que muere en la raya de cal, en un remate sobre la red o en un spring que vale oro.
Cada semana, en este espacio habrá lienzos llenos de pinceladas de pasión... pero no de cualquier pasión, sino de aquella que nace de las canchas, no importa si son de tierra o del mejor alfombrado. El deporte late en aquellos que lo aman, ganen o no millones por eso.
FOTOGRAFÍA: "Una mirada al cielo" por Jemima Sebastián
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