Las jugadoras no les pertenecen

Ni ellas ni ellos son de su propiedad. La figura de la futbolista o el futbolista debe verse como lo que es: una persona ejerciendo un trabajo de manera profesional. ¿Privilegiado? Seguramente. ¿Fácil de realizar? De ninguna manera. El futbol, como muchas otras  labores, implica disciplina, constancia, esfuerzo, sacrificio, quizá mucho sacrificio. 

Cuando una jugadora destaca en su club, se gana el cariño de su afición, un cariño que lamentablemente en un segundo puede transformarse en rechazo e incluso en violencia, si se considera el acoso constante en espacios digitales que sufren las futbolistas. 

Katty Martínez llegó a las Rayadas de Monterrey. Foto: Rayadas 


Nace una estrella 

La dorsal nueve marca un hat-trick y el estadio entero enloquece, la vitorea, la idolatra, se le entrega. La dorsal nueve falla un penal, lleva seis partidos sin anotar, baja de ritmo... entonces vienen los abucheos, las agresiones en redes sociales, incluso el acoso digital. 

La vida de las futbolistas es un subir y bajar de emociones que, sin embargo, ellas deben manejar, mientras día tras días su cuerpo se entrena al máximo, a veces incluso cuando el sol no ha salido y en canchas que no siempre tienen las mejores condiciones.

Como en todo trabajo, puede existir la posibilidad de cambiar de empresa,una decisión que se toma, como en otros empleos, con base en temas económicos, profesionales o personales y no tendría por qué ser un problema. La decisión es solo de la futbolista y solo ella sabe por qué la tomó

No obstante, pareciera que la afición cree ser dueña de la jugadora y que pueda señalarla como traidora si cambia de camiseta, mucho más si ese cambio implica jugar con la enemiga futbolística, piénsese en las rivalidades América-Chivas, Tigres-Rayadas, Atlas-Chivas, Pumas-América... es un pecado que la grada muchas veces no perdona, lo cual, desde mi perspectiva, forma parte un pensamiento arcaico, un pensamiento que olvida que aquellas que danzan sobre la cancha, son antes que otra cosa, personas en busca de hacer realidad sus sueños. 

Las jugadoras no son de nuestra propiedad, cambiar de equipo no es traición, es una evolución laboral que así debe verse. La rivalidad y la enemistad no debe ir más allá del rectángulo verde. 

El caso de Katty Martínez, que recientemente fichó para las Rayadas, es uno que  ejemplifica esta situación. Gran parte de la afición la está señalando de traidora o incluso de mercenaria, sobre todo parte de las y los seguidores de Tigres, por tratarse de la escuadra rival por excelencia. 

América y Tigres son las escuadras anteriores de Katty Martínez, hoy jugadora de las Rayadas. Foto: Rayadas


Los comentarios hacia la nueva jugadora critican su integridad, su "lealtad", pero olvidan el rendimiento que tuvo tanto en Tigres como en América, lo que la ha llevado a ser una de las goleadoras históricas de la Liga MX Femenil. La afición tiene memoria corta en lo referente al agradecimiento a la futbolista, pero un amplio repertorio si de recriminarle sus decisiones se trata. 

En conclusión, disfrutemos a quienes hoy visten la camiseta de nuestros amores, aplaudamos las hazañas, critiquemos los errores cuando sea necesario, pero ante todo recordemos que esto es efímero, mucho más en el futbol actual, y que las y los futbolistas nada nos deben. 

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